Ya sé que con el frío que hace no apetece pensar en platos como el de hoy pero también es verdad que cuando nos juntamos en casa con amigos o familia, entre la gente, los hornos funcionando y la calefacción, no nos costará nada disfrutar un entrante frío, sobre todo con lo bien que resulta.
El aguacate, originario de México nos ofrece muchas propiedades beneficiosas para el organismo, uno de los cuales es la regulación del colesterol gracias al ácido oleico y a las grasas mono insaturadas aunque no debemos olvidar que nos aporta mayor cantidad de calorías que muchas frutas.
El aguacate además de agua, proteínas, carbohidratos, fibras, vitaminas y minerales, es antioxidante y una fuente de luteína que nos protege de enfermedades oculares como las cataratas y la degeneración macular.
Hay estudios que indican que la pulpa del aguacate tiene un gran valor nutritivo, semejante al de una porción de carne, por lo que también es recomendado en dietas vegetarianas como sustituto de esta proteína.
Ingredientes:
- 12 huevos.
- 24 langostinos cocidos.
- 3 aguacates.
- Huevas.
- Tomatitos secos troceados.
- Sal, zumo de limón y mahonesa.
Afortunadamente ya estamos en la recta final de las navidades. Ya ha pasado la Nochevieja, hemos recibido el nuevo año y sólo nos queda el Día de Reyes, después, volveremos a la rutina que tanto apetece después de estos desmadres.
Tal como hice después de Nochebuena, hoy os traigo lo que cenamos en casa en Nochevieja. Esta vez era una cena para dos, Miguel y yo, así que no preparamos una gran mesa, cenamos cómodamente como cualquier otra noche pero con productos algo más “especiales”.
Entrantes:
Embutidos ibéricos Joselito y queso manchego curado Gran Capitán.
Carpaccio de salmón con escamas de parmesano y vinagreta al eneldo.
Primer plato:
Buey de mar aderezado con limón y vino Moriles (lo que sobró nos lo bebimos para acompañarlo).
Segundo plato:
Canguro a la plancha, al punto.
Ensalada de lechuga, escarola, maíz, gulas y huevas aliñada con una vinagreta de pera.
Postres:
Dulces navideños.
Debo deciros que el canguro era la gran novedad en la mesa, tiene un sabor algo más fuerte del que podemos degustar en un entrecot de buey, un sabor más intenso a carne y resulta un poco más duro pero sin ser excesivo. A mí, particularmente, me gustó.
Como veis, no hicimos grandes excesos ni me di una paliza en la cocina como hice en Nochebuena, todo lo preparamos casi al momento y así pudimos disfrutar de una tarde y una noche relajada.